martes, 10 de septiembre de 2013

Ministry: From Beer To Eternity (2013)

Sensaciones encontradas

Al Jourgensen debe ser una de esas personas que vive con la conciencia tranquila. El tipo puede jactarse de haber realizado durante su carrera musical lo que le dio la gana y haber vomitado cuanta idea se encontrase en su cabeza, sin temor a las consecuencias. El punto de inflexión en la carrera de Ministry se dio tras el éxito de Psalm (1992), momento en que la banda pudo haber optado por masificar su propuesta pero aquello no sucedió, los tipos decidieron morir con las botas puestas y dejar servido el éxito comercial a sus discípulos. Los hechos mostraron que dentro del mundo del metal industrial los créditos se los llevaron otros (Trent Reznor, Marilyn Manson, Rammstein, Fear Factory e incluso Rob Zombie en algún momento), sin embargo, la dignidad está con Ministry. 

El caso es que desde hace años que Jourgensen viene anunciando el fin de la banda. Incluso luego de esa magnífica trilogía dedicada a George W. Bush entre 2004 y 2007 (The last sucker es un álbum que deberías escuchar) hubo tour de despedida (Adios ...puta madres) pero cinco años más tarde, en 2012 y luego de haber vivido serios problemas de salud, Jourgensen reunió a la banda para editar Relapse, el que ahora si suponía el cierre de una carrera notable. Ahora, lamentablemente a fines de 2012 supimos del fallecimiento de Mike Scaccia, insigne guitarrista de la banda, asunto que motivó a que nuevamente Jourgensen sacase a Ministry del cajón. Sus palabras fueron: "es imposible que exista más Ministry sin él, sin embargo, considero una obligación el editar los últimos temas que Mike y yo estábamos trabajando poco antes de su muerte...". Y bue...

El caso es que pese a todo el enrarecido ambiente que rodeó la grabación de From beer to eternity, si hay algo que jamás se percibe en el álbum es un aroma a despedida. Olvídense de concesiones o momentos llorones. Ministry está de vuelta con un disco que cuenta con marca registrada y que si bien no se parece prácticamente en nada a su antecesor, contiene al mismo tiempo todos los elementos desquiciados (e incluso excesivos) que por lo general han estado presentes en la carrera de la banda. Ahora, si estos elementos están bien o mal conducidos será materia de debate (a mi el disco me ha generado sensaciones encontradas), pero de que la banda está de regreso con toda su habitual carga, lo está. 

Hablando de la música habría que decir que From beer to eternity se presenta como un álbum más lento y menos directo que cualquiera de los últimos tres o cuatro discos de la banda. En ese sentido, ese violento doble pedal que predominó tanto en The last sucker (2007) como en Relapse (2012) acá solo aparece a momentos, entregando de esta manera un disco que suena más cargado a la experimentación que a la dinámica inmediata. 

La partida llega con "Hail to the majesty", una especie de jam session que cruza sucias guitarras, jueguitos electrónicos, voces, discursos y gritos varios. Como introducción está muy bien aunque quizás le sobra un minutito. Le seguirán tres temas bastante densos pero que a mi me han encantado. Primero aparece una repetitiva y desestructurada "Punch in the face", que con su machaque constante me recordó muchísimo los buenos tiempos de Psalm 69 por lo que enganchó conmigo de inmediato, luego suena "PermaWar" (que ya la conocíamos como adelanto), la cual se consagra rápidamente como una de las mejores piezas del disco mientras y finalmente "Perfect storm", que conjuga momentos muy pesados y lentos con otros más veloces. Estos cambios de velocidad enganchan a la perfección con la aparición de "Fairly unbalance", el primer momento del álbum que trae de regreso a los Ministry brutales y cargados de dinámica. Hasta acá, no hay quejas, el disco va impecable. 

El problema aparece al sexto tema, cuando los excesos (¿falta de material?) se toman el disco. La seguidilla "The horror"/ "Side F/X" / "Lesson unlearned" la verdad es que aporta muy poco. Son doce minutos de ruidos, gritos, loops, quiebres sin sentido y uno que otro coro loco que por ahí aparece pero que en realidad no conecta en absoluto con los primeros cinco temas que en lo personal tanto había disfrutado. Para el final el asunto repunta un tanto (pero solo un poco) con los ocho minutos de "Thanks but no thanks", básicamente gracias a las ironías y el sentido del humor de Jourgensen pero "Change of luck" vuelve a caer en el problema del relleno (el tema comienza con 3 minutos y medio de nada ) y "Enjoy the quiet" no es más que un dialogo de despedida con una masa ruidosa de fondo, así que como canción no cuenta.

Me quedo entonces con sensaciones dispares. Con un álbum que cuenta con una primera parte atractiva pero una segunda cargada al relleno y repleta de excesos que me llevan a pensar que Al Jourgensen se apuró un tanto con la edición de este trabajo. Si el tipo quería rendir homenaje a su fallecido amigo y compañero creo que debió tomarse un poco más de tiempo para poder completar este álbum de manera adecuada. Como despedida siento que Relapse funcionaba mejor y dejaba una sensación más clara. From beer to eternity como EP funcionaría pero como disco no termina de convencer. Pero bueno, comencé esta reseña afirmando que Jourgensen siempre ha hecho lo que ha querido... no lo vamos a comenzar a regañar ahora por aquello.

6/10
Bueno, cumple.

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