sábado, 29 de noviembre de 2014

20 Años De : Soundgarden // Superunknown


Los primeros cinco años de los 90's fueron enormes e inolvidables. No tuve el placer de vivirlos a full, en 1991 (el año clave) tenía diez años de edad y apenas me enteré de todo lo que estaba pasando cuando canciones como "November rain", "Smell like teen spirit", "Jeremy" o "Black hole sun" comenzaron a inundar mi infantil radio (y aún así no vine a enganchar con todo aquello sino hasta diez años después). 

Esos cinco años fueron eternos y entregaron material que daba para toda una década (y más). Guns 'n roses era la banda del momento, Metallica había logrado meterse a las masas con su homónimo álbum negro, Nirvana, Pearl Jam y Alice in chains habían logrado cambiar el paradigma musical, Smashing Pumpkins eran los chicos alternativos del momento y Faith no more experimentaba con mixturas en otra esquina del rock. En el mundo del metal Pantera golpeaba la mesa mientras que en una zona más industrial Nine inch nails, Ministry o unos incipientes Marilyn Manson daban señales de lucidez y frescura. Que decir, lo que se vivía era enorme. 

En paralelo a esta esta vorágine avanzaba con fuerza Soundgarden, una banda única. Había un poco de todo en ellos y esto se apreciaba en su música. Es cierto que su carrera había comenzado hace años ya, discos como Louder than love (1989) o Badmotorfinger (1991) pavimentaron el camino que recorrería este excelente trabajo, sin embargo este es el álbum donde Soundgarden alcanzó la madurez, el equilibrio y de paso la trascendencia. Aunque le duela a los puristas, sin Superunknown nadie hablaría hoy de Soundgarden, así de simple y claro. Este es el disco en donde la banda conjuga la visceralidad y el hard rock de sus inicios con interpretaciones de potente carga técnica (a diferencia de gran parte del movimiento grunge, los integrantes de Soundgarden no eran malos músicos), elementos psicodélicos y a un Chris Cornell que, pese a no poseer el carisma de Kurt Cobain, el desplante escénico de Eddie Vedder, ni la profundidad de Layne Stanley, era capaz de conectar gracias a su inconfundible registro vocal y un aporte melódico/lírico no menor. Y acá creo que hay que detenerse un poco, pues no cabe duda que dentro de Soundgarden convivían buenos músicos pero fue el sello creativo de Chris Cornell el que llevó a la banda a otra dimensión. Esto me parece pudimos comprenderlo de mejor forma una vez desarrollada su carrera en solitario.

El álbum es un viaje, un paseo que evidencia las múltiples influencias con que la banda contaba por aquellos años. Hay potencia, velocidad y un rock más duro en temas como "Let me drown", "My wave" o "Superunknown" (la canción), pasajes mucho más oscuros y densos que rescatan el peso y legado de una banda como Black Sabbath en "Mailman" , "Head down" o "Limo wreck" (Cornell pletórico acá, sencillamente increíble), y también pasadas más armónicas que lograron sacar a la banda del anonimato sin perder un ápice de calidad, acá aparecen los clásicos eternos "Black hole sun" o "Spoonman" más medios tiempos tales como "Fell on black days" o "The day I tried to live".

Es probable que en la recta final, pasando el arranque punk que es "Kickstand", el disco se haya excedido en temas volviéndose durante las últimas tres o cuatro algo monótono, aquel es el único reparo que se puede sostener frente a este enorme trabajo, el cual vería su continuación un par de años más tarde en el infra valorado Down on the upside (1996), que en lo personal me sigue pareciendo el más alucinante álbum en la carrera de Soundgarden, un disco que seguro en un futuro (espero) no muy lejano me daré el gusto de recordar. 

Hoy nos quedamos acá, con Superunknown y el recuerdo del que representó la consolidación de Soundgarden tanto a nivel musical como comercial, y también de paso el comienzo del fin para la banda. Nada volvió a ser lo mismo para ellos tras 1994 y es realmente una lástima que el sueño a partir de acá haya durado tan poco. No se empaña eso si el notable nivel de un disco que fue capaz de mostrar diversas caras de una agrupación que vivía un momentazo increíble. 

4.0 // Excelente! 



Otras reseñas de Soundgarden:

jueves, 27 de noviembre de 2014

At The Gates: At War With Reality (2014)

El legado se conserva.

At the gates fue una de esas bandas que supo cuando decir adios. Encajaron aquel histórico Slaughter of the soul (1995), un disco que para muchos acabó por definir el llamado death metal melódico, luego se separaron y dejaron instalado el mito. Han pasado 19 años desde su último trabajo de estudio, y a riesgo de no cumplir con las expectativas, los suecos han decidido finalmente volver. Será que los proyectos paralelos se habían desgastado (The haunted, por ejemplo) o quizás fue la curiosidad por verificar si luego de tanto tiempo aún serían capaces de impactar como hicieron en plenos años noventa, el caso es que oyendo el resultado algo si se confirma: han querido ir directo a la médula de su sonido para así darle un gusto a la vieja fanaticada que tantos años esperó por este regreso.

En ese sentido, digámoslo, no hay nada nuevo bajo el sol con At war with reality. Como si los años no hubiesen pasado para ellos, At the gates nos ha regalado un trabajo potente, cuidado, técnico, oscuro y que emparenta sonido donde la banda había dejado el asunto, es decir, tras Slaughter of soul. No han intentado superar a su obra maestra, quizás la banda asumió que competir con aquel álbum era tarea imposible (es como si Judas Priest quisiese editar otro Painkiller), pero si han intentado entregar un álbum de nivel que de cierta forma emula el sonido de sus primeros discos, aunque con una producción de evidente mejor calidad. El problema (?) es que durante estas casi dos décadas el death metal melódico se ha explotado bastante por lo que en general en el disco no encontramos nada que ellos mismos, u otros que tomaron el relevo tras su separación, no hubiesen trabajado durante su ausencia. 

Dentro de lo positivo cabe mencionar la exquisita producción con que el disco cuenta. ¡Que gusto oír un disco de metal bien mezclado! El álbum suena impecable y dados los tiempos que corren, vaya que se agradece. Imposible no mencionar también el relato que introduce al disco, a cargo del chileno Anton Reisenegger (voz + guitarra en las bandas chilenas Criminal y Pentagram), y en cuanto a las canciones, bueno, acá el fan del estilo seguro disfrutará muchísimo el viaje pero quienes esperaban algo más allá de lo evidente quedarán con ganas de más. Cuesta en ese sentido destacar una u otra canción ya que el álbum se mueve dentro de una linea bastante regular, con algunos temas cargados de violencia y velocidad, tales como "Death and the laberynth", "At war with reality" o "The conspiracy of the blind", mientras que otros pasajes bajan un poco la dinámica para cargarse hacia un sonido más oscuro, ahí destaca la excelente "Heroes and tumbs" o "The circular ruins". En la segunda mitad del disco nos encontramos con una que otra sección acústica que aporta algo de diversidad, suena también la excelente "Eater of gods" (probablemente el mejor tema del álbum), pero más allá de eso At war with reality es una colección de temas que, digámoslo, apuesta completamente a la segura. 

Considerando la cantidad de regresos fallidos que hemos tenido durante esta última década lo de At the gates, si bien no da para enloquecer de júbilo, si es digno de aplauso. Nos han entregado una correcta continuación de Slaugther of the soul, un disco que para nada arruina el legado. Es de esperar que la banda continúe unida para en una siguiente entrega, ya sin la presión del regreso, podamos efectivamente constatar si están aún para algo novedoso. 


6,5 / 10
Cumple y algo más...
  

Otras reseñas relacionadas con At the gates

domingo, 23 de noviembre de 2014

Foo Fighters : Sonic Highways (2014)

Acomodados (más aún) . 

Dave Grohl es un winner. No solo por haber sido capaz de sobrevivir a Nirvana, armar su propia banda y sacarla adelante, codeándose incluso hoy en día con la creme de la creme en materia de músicos, sino además por hacernos creer que Foo Fighters es más grande de lo que realmente es. Porque seamos honestos, no estamos hablando de los nuevos Led Zeppelin, Beatles ni Black Sabbath, sino más bien de una banda de mediana estatura dentro de la música contemporánea. ¿Una especie de Ramones modernos? ¿Podría ser? Digamos: rock contagioso, de agradable espíritu y buen humor. Foo Fighters es una banda que logró con sus primeros álbumes caerle bien al mundo gracias a un sonido que equilibraba hard rock de primera con ganchos melódicos incontestables, que por ahí por 2005 editó un álbum doble titulado In your honor (para mi, el punto creativo más alto de su discografía) con el que quisieron entrar en ligas mayores. Posteriormente estiraron el elástico con lo que tenían, tanto Echoes, silence, patiente & grace (2007) como Wasting light (2011) funcionaron comercialmente (sobretodo este último), sin embargo la sensación de que la banda había tocado techo era evidente. En lo personal debo haber sido el único ser en el planeta tierra que no alucinó con Wasting light e incluso lo expresé acá mismo. Han pasado tres años y sigo sintiendo lo mismo al respecto, no me parece un mal álbum pero si un compilado de lugares comunes. 

Y bueno, Dave Grohl lo ha vuelto a hacer. Ha vuelto a crear el espejismo. No se si será un quiero pero no puedo o una mera apuesta comercial, el caso es que vuelve con nosotros este 2014 con la apuesta más ambiciosa de su carrera, y la menos lograda al mismo tiempo. 

Sonic highways es un álbum grabado en ocho ciudades de los Estados Unidos, el cual viene acompañado por un documental emitido por HBO y definido por el mismísimo Grohl en su espectacular trailer como "un mapa por las raíces de la música norteamericana". El problema es que le das play al álbum y la influencia del aparatoso recorrido no aparece por ningún lado, ninguno. Sonic highways es un álbum más en la carrera de Foo Fighters, no tiene nada de especial salvo todo el interesante rollo del documental que lo acompaña. Los mismos sonidos que se vienen recorriendo desde hace una década aparecen una y otra vez en un disco que posee puntos altos y bajos como cualquier otro disco de la banda pero que en ningún caso representa el "antes y después de" con el que se promocionó.

Dentro de lo que funciona en el álbum se encuentra la creciente intensidad de "Something from nothing" seguida por la golpeada dinámica de "The feast and the famine". También convencen los cambios que presentan "Congregation" y "Outside", dos temas que se instalan desde la clásica arista melódica de la banda, esa que tan bien explota el estrofa/puente/coro, pero que a medio tema rompen con la monotonía de buena forma. En estas cuatro mencionadas funcionan, no descubren nada nuevo pero funcionan. Hay otra mitad, sin embargo, que aporta poco o nada al recorrido. Canciones como "What did I do/God as my witness" o "In the clear" se manejan dentro del medio tiempo predecible mientras que el cierre a cargo de las baladas "Subterranean" y "I am a river" pretenden aportar la mirada exploratoria que suponía contener este álbum pero se quedan solo en la intención, en lo práctico no dicen demasiado. 

Sonic highways debe ser el álbum más serio y adulto que Foo fighters ha editado a la fecha, también el peor. En la búsqueda de un sonido maduro me parece que no han logrado el objetivo de convencer, primero porque entregan un disco que no contiene nada particularmente novedoso (lo cual ya viene siendo tónica desde hace dos a tres discos) y segundo porque esta vez incluso aburren, tal cual. Sonic highways no es un desastre pero si el peor disco de Foo fighters al día de hoy.

5 / 10
Nada muy especial...


Otras reseñas de Foo Fighters
2011 // Foo fighters // Wasting light 

miércoles, 19 de noviembre de 2014

The Flaming Lips: With a Little Help From My Fwends (2014)

Envolviendo clásicos.   

Y lo han vuelto a hacer. Así como en 2012, han tomado una obra maestra y la han hecho suya. En aquella ocasión abordaron el mítico Dark side of the moon y, con apoyo de Henry Rollins transformaron el álbum en un bicho raro que hizo parecer al original una canción de cuna. Dos años más tarde han intentado repetir la gracia, se han asociado esta vez con una infinidad de personajes y junto a ellos han realizado cirugía estética nada más ni nada menos que al Sgt. Pepper's lonely hearts club band de The Beatles

Conociendo lo realizado dos años atrás con el clásico de Pink Floyd, y además sabiendo que quien opera es The Flaming Lips, es decir, una de las bandas más desinhibidas de la actualidad, el resultado era digno de temer.

Realizar el refrito de un trabajo clásico presenta facilitadores y obstructores igual de potentes. Dado que todos conocemos el disco la llegada hacia el trabajo es directa, digamos, el auditor no necesita gastar tiempo en buscar el original para realizar la inevitable y odiosa comparación. Ahora, de igual manera, en dicha comparación el refrito siempre perderá. ¡Y es que hablamos de obras maestras! Discos inmejorables, en donde cualquier retoque solo lo empeorará. Finalmente, en el suma y resta me parece que la jugada que acá han realizado los Flaming lips es arriesgadísima, sin embargo, hablamos de una banda que posee cero temor al bullying, estos tipos sudan libertad y su música desprende aquello por lo que el desafío les viene como anillo al dedo.

Comencemos acotando que a Flaming Lips no les ha dado el cuero para transformar las canciones del Sgt. Peppers... como, por ejemplo, alguna vez hizo Joe Cocker con su mítica versión de "With a little help from my friends". En aquella ocasión Cocker y sus colaboradores fueron extraordinarios, tomando un clásico y volviéndolo realmente irreconocible, modificando melodía y estructura. The Flaming lips no han ido (o no han sido capaces de ir) tan lejos. Han respetado el grueso de cada canción modificando basicamente los arreglos o la interpretación vocal. Ahí, han acertado medio a medio en lo realizado en piezas como "Lucy in the sky with diamons" (junto a Moby y Miley Cyrus) , la dulce "She's leaving home" o la psicodélica "Within and without you"  (¡era que no!). Los arreglos más atractivos de todo el álbum los percibí en "Lovely Rita" o la caótica "Sgt. Peppers ..." (reprise), esta última a cargo de unos expertos en evidenciar sus influencias: Foxygen. Ahora, hay temas que no son más que versiones espaciales de las originales, como lo que sucede en "Being for the benefit of Mr. Kite!", "When I'm sixty four", "Good morning" , "Getting better" o el  final a cargo de "A day in the life" (nuevamente con Cyrus, quien acá se luce), mientras que algunas van directas al impacto sonoro con el auditor como las dos que abren el disco.

La primera vez que le di play a este álbum llegué al segundo tema y paré. No pude más. Me fastidió el ruido incesante, la falta de respeto hacia la melodía, hacia los arreglos, etc. ¡¿Qué se han creído?! - me dije indignado. Debo reconocer que con el paso de los días me armé de paciencia y volví a encarar el álbum con mejores resultados. Dejando de lado el prejuicio, el viaje por "With a little help from my fwends"  logra disfrutarse y a juzgar por el resultado no me cabe duda de que esto de versionar clásicos no terminará acá...

7 / 10
Muy bueno.



Otras reseñas de The Flaming Lips

domingo, 16 de noviembre de 2014

Devin Townsend: Z² (2014)

¡Descanza hombre! 

 A estas alturas del partido Devin Townsend es sinónimo de exceso, sin embargo, el hombre ha sido siempre así, creativamente inquieto y de arranques esquizoides. Sus mayores logros y caídas provienen de hecho de aquella naturaleza. 

Este 2014 no ha sido excepción a la regla, lo hemos tenido con nosotros en partida triple (!), a comienzos de año debutó junto a su exploratorio proyecto Casualties of cool y por estas semanas lo hemos tenido entregando un nuevo álbum doble titulado Z². Y bueno, frente a tanto trabajo se ha producido lo obvio e inevitable: redundancia, falta de ideas y auto complacencia. Solo que esta vez sus falencias han quedado más expuestas que nunca. 

Pero hablemos de la música. ¿Con qué nos encontramos en ? Con dos discos que no tienen nada que ver entre si (son absolutamente independientes en lo musical) y que al mismo tiempo aportan realmente poco de novedad a la discografía de Townsend. Me atrevería a afirmar que nunca en la carrera del cantautor lo había percibido tan acomodado como en lo he oído en esta ocasión. Ha trabajado ambos discos en completo piloto automático por lo que el resultado, sin llegar a ser desagradable, la verdad es que no presenta nada atractivo más allá de una que otra canción que particularmente engancha. 

"El primer CD" (¡que añejo suena ese concepto por estos tiempos!), titulado Sky blue no es más que una continuación del sonido que The Devin Townsend proyect comenzó a desarrollar por 2009 con Addicted y llevó a la perfección en 2012 con el fantástico Epicloud. Funciona, en general se disfruta sin problemas, pero de sorpresa nada. Nuevamente se ha asociado con Anneke van Giersbergen, su cómplice vocal a estas alturas, una vez más ha trabajado su ya característica sobre producción en el sonido (esas capas y capas de voces + guitarras) y ha encontrado más de alguna canción entretenida, como la partida a cargo de "Rejoice/Fallout", que posee mucha dinámica o los exquisitos juegos vocales que se logran en "Warrior" o "Sky blue" (esta última probablemente lo mejor de ambos discos). Ahora, hay momentos en que el álbum recurre descaradamente al (auto)plagio, lo cual siempre es evidencia de falta de ideas. "Midnight sun" o "Universal flame" recuerdan muchísimo a "Where we belong" o "Save our now" del Epicloud, mientras que "Silent militia" toma los coros prestados del clásico ochentero "You spin me round (like a record)"   Ahora, con todo, Sky blue cumple. Como continuación de Epicloud, digamos que queda enano a causa de la falta de sorpresa pero buenas canciones acá hay.

6/10
Bueno, cumple...

                                                         

La segunda parte del disco, titulada Dark matters , corresponde a la banda sonora de la continuación de Ziltoid: the omnicient (2007), la historia del alienígena creado por Townsend que invade la tierra en busca de café. Si sigues la historia probablemente te divertirás, en lo musical la verdad es que fuera de las siempre interesantes progresiones que el vocalista trabaja no hay mucho desde donde agarrarse esta vez. "Deathray" está muy bien, también "Earth" , los diálogos ayudan a llevar mejor el trabajo pero este en general tiende a la monotonía. Las segundas partes suelen saber mal y esta no ha sido la excepción. 

5/10
Nada muy especial...

 

Es claro que la edición de ambos discos en simultaneo entorpece la valoración de estos, por eso he querido evaluarlos de manera individual ya que acá no existe un concepto de "álbum doble" sino que se trata de dos discos diferentes lanzados al mismo tiempo. Resulta curioso de todas maneras el que lo mostrado a comienzos de año junto a Casualties of cool, estando lejos de ser un gran álbum, al menos encontraba momentos de lucidez y se prestaba para un mayor análisis, a diferencia de este en plano y monótono Z².

No es primera vez que este loco lindo abarca más de lo que es capaz de sostener y bueno, el costo de aquella verborrea lo sigue pagando su irregular discografía. Preocupante eso si el perfume a comodidad que acá se desprende, lo cual lleva a pensar una vez más el que sería conveniente de que Devin se tomara un merecido descanso. 
          
Otras reseñas de DEVIN TOWNSEND:

jueves, 13 de noviembre de 2014

Robert Plant: Lullaby And... The Ceaseless Roar (2014)

Dictando cátedra. 

En medio de una ola de rumores y declaraciones en torno a una supuesta reunión de Led Zeppelin, el gran Robert Plant cierra la puerta (y con llave desde adentro). Nos invita así a dejar de lado la nostalgia y ocuparnos del presente, su presente, el cual llega a nosotros de la mano de un álbum fantástico, probablemente el mejor de su carrera en solitario. Lejos de las guitarras y el rock de antaño pero si muy inmerso en el mundo de oriente Robert Plant logra con Lullaby and... the ceaseless roar aún sonar atractivo y adictivo, todo un mérito para un hombre que podría pasarse el día a día recostado en una hamaca pero que lejos de la conformidad ha insistido en mostrarse creativamente inquieto, al punto de a sus 68 años de edad seguir sorprendiéndonos gratamente. 

Ya había dejado sensaciones gratas explorando el folk y las raíces de la música norteamericana en álbumes como Raising sand (2007) o el reconocido Band of joy (2010) pero en esta ocasión ha ido más allá con la exploración encontrando un disco interesante, a momentos fascinante. Se ha rodeado de una serie de excelentes músicos (la Sensational space shifters), provenientes de distintas partes del mundo, y aquello se expresa de manera clara en la diversidad con que cuenta el trabajo. 

El disco abre muy arriba, la voz del viejo y querido Robert planea a gusto sobre sonidos orientales y la verdad es que bajamos la guardia de inmediato, "Little Maggie" y "Rainbow" convencen de entrada y anticipan un viaje que no tendrá puntos bajos. Lo que logra, por ejemplo, en "Pocketful of golden" es increíble, mete electrónica de manera muy sutil, genera dulces ambientes con guitarras e interpreta como los dioses, demostrando que pese al paso de los años aún es capaz de encantar serpientes con esas cuerdas vocales. La pasada por "Embrace another fall" y "Turn it up" es probablemente el momento más soberbio con que cuenta el álbum, son diez minutos en donde Plant demuestra con claridad el que ya no necesita de Led Zeppelin ni de la nostalgia para volver a ponernos los pelos de punta ya que sus capacidades se mantienen intactas a la hora de generar intensidad, el hombre se adentra sobre sonidos un poco más duros sin abandonar el alma del álbum y vuelve a triunfar. 

En el nudo del disco baja un tanto las revoluciones pero no el nivel, acá Plant suena algo más tradicional gracias al piano y melancolía de "A stolen kiss" seguida del medio tiempo "Somebody there". Los ritmos étnicos, con violines y banjos vuelven a tomarse el trabajo cuando suena "Poor Howard" y "House of love" mientras que más cercana al blues en versión eléctrica aparece "Up on the hollow hill", acá el vocalista aparece en versión muy íntima y personal. El cierre llega con la electrónica y el ritmo desatado de "Arbadden (Maggie´s baby)", son dos minutos de alto nivel que vuelven a mostrar al Plant más exploratorio, lleno de juegos, tanto vocales como en materia de arreglos.

Sin puntos bajos ni reproches, un trabajo exquisito, de primer nivel frente al cual solo queda pararse a aplaudir. Robert Plant no necesita de una gira junto a Jimmy Page y, digámoslo, nosotros tampoco deberíamos. Con Lullaby and ... the ceaseless roar basta y sobra para seguir disfrutando de las habilidades de un talentoso innato, un hombre que quizás ha quedado bajo la sombra de otros próceres del rock pero que se merece todo el respeto del mundo. 

No quiero pensar en el futuro ni tampoco en si tendremos un siguiente álbum de Robert Plant. Sólo quiero comprar este álbum en formato físico (si, este disco lo merece), abrir una botella de vino, dar el play y disfrutar el momento. 

8,5 / 10
¡Excelente!

        

lunes, 10 de noviembre de 2014

Pink Floyd // The Endless River // 2014

Hasta siempre. Genios. 

Hay que tomar a The endless river como lo que es: el homenaje que David Gilmour y Nick Mason han querido entregar a su fallecido ex amigo y compañero Richard Wright. Los mal pensados han dicho que Gilmour ha buscado causar ruido y preparar así terreno para su futuro álbum solista. Cuesta entonces encajar este álbum dentro de la discografía de Pink Floyd,  un trabajo que llega a nosotros a veinte años de la extinción del dinosaurio y con solo dos de sus integrantes en ejercicio. Imaginen que Paul, George y Ringo en plenos 90's, en lugar de grabar un par de temas ("Free as a bird" y "Real love", incluidos en las antologías de descartes de la banda) hubiesen decidido lanzar un nuevo álbum de The Beatles, así de poco natural resulta en una primera mirada la edición de este Endless river. Sin embargo, no estaré yo entre los puristas que rechazarán la aventura desde un inicio. ¿Quién soy yo para juzgar las intenciones de un eterno como David Gilmour? ¡Qué el hombre haga lo que quiera con su música! Se ha ganado aquel derecho. 

El álbum supone contener los descartes de The division bell (1994), retoques que Gilmour y Mason han dado a las últimas composiciones de Wright junto a Pink Floyd, y dándole varias pasadas al trabajo lo cierto es que se respira aquel clima de respeto, comenzando por el hecho de que este sea prácticamente instrumental y que en general entrega protagonismo a los ambientes por sobre el tecnicismo e incluso el aspecto melódico (en solo dos temas aparecen voces, y en uno es el mítico científico Stephen Hawking quien aporta). 

The endless river consta de 52 minutos de música, divididos en 18 piezas, un verdadero viaje que enlaza atmósferas permanentemente, algunas muy suaves, otras un poco más cargadas al rock pero siempre con un perfume nostálgico y emocional presente. Como mencionaba anteriormente, durante todo el disco el protagonista es Richard Wright y sus teclados, esto se aprecia de inmediato en la partida a cargo de "Things left unsaid" seguida de "It's what we do", ambas con títulos muy sugerentes y que encuentran una exquisita calma en su sonido. En "It's what we do", la guitarra de David Gilmour entra muy avanzado el tema realizando un guiño evidente a los ambientes de "Shine on your crazy diamond", solo que acá las voces jamás aparecen. 

Algo que destaca muchísimo en The endless river, sobretodo en su primera mitad, es que los temas fluyen con una naturalidad impresionante. Los pasos de track en track son casi imperceptibles, ocurre con las dos primeras y también con el camino que une a "Sum" con "Skins", acá la batería de Nick Mason adopta protagonismo encontrando en la primera momentos que recuerdan a la fantástica "One of these days" y en la segunda sonidos tribales bastante interesantes. Los guiños a las viejas glorias de la banda continuarán llegando, primero con la preciosa "Anisina" que trae a la memoria a "Us and them" y más adelante en el rock de las "Allons-Y " nos encontraremos un riff que recuerda a "Another brick in the wall". Entre estas el disco caerá en algunos pozos no tan logrados a causa de una serie de piezas muy cortas, "The lost art of conversation", "On noodle street" o "Night light", cada una de ellas no supera los dos minutos de duración pero como conjunto sumergen al disco en ambientes demasiado espesos e incluso irrelevantes para lo que venía sonando. 

La recta final profundiza sobre estos pozos, insinuando una que otra idea interesante en "Talkin' Hawking" o en la pasada electro acústica que conforman "Eyes to pearls" y "Surfacing", sin embargo, luego de ambas queda rondando en la cabeza la sensación de que estos pasajes podrían haber sido desarrollados de manera más intensa, aportando un poco más al álbum. De todas formas es evidente que Gilmour/Mason quisieron dejar a The endless river así, como un collage de momentos y emociones, como un viaje centrado en las atmósferas más que en las canciones. 

Todo llega a su fin con la bella "Louder than words", la única tradicional y que cierra un álbum que sorprende desde su planteamiento, un disco que se aleja de lo que quizás habríamos esperado de "los descartes de Division bell" pero que de todas maneras encuentra durante su trayecto varios puntos altos. Respetable la idea de rendir homenaje a Richard Wright, a quien efectivamente sentimos presente durante todo el álbum. Tan solo por eso el regreso a tono de despedida ha valido la pena y solamente nos queda el sentirnos privilegiados de poder, a estas alturas del partido, seguir disfrutando de estos genios en vida.

3.0 // Bueno, cumple.


Otras reseñas de PINK FLOYD

viernes, 7 de noviembre de 2014

Fallujah // The Flesh Prevails // 2014

Siguen arriba.

A estas alturas del partido cuesta llevarse una sorpresa dentro del mundo del metal. El género de lo extremo es un medio exigente, de hecho ya ni siquiera basta con ser un músico técnicamente impecable (aquello se da por sentado), sino que para dar que hablar hay que expresar algo novedoso y ahí el desafío es enorme. Porque si en los 80's y 90's la competencia era ver quien sonaba más brutal y las tendencias apuntaban hacia el purismo, la velocidad y técnica hoy los tiros van por sectores completamente diferentes.

Fallujah es una de las nuevas maravillas que en estos últimos años ha emergido desde el mundo del death metal, unos californianos que han interpretado aquella necesidad de darle una vuelta de tuerca al género apostando por las mixturas e intentando al mismo tiempo no perder la esencia de su sonido. Debutaron en 2007 con un EP titulado Leper Colony, cuya continuación en extenso fue The harvest wombs (2009). Ambos trabajos mostraron a una banda de death muy técnica, oscura y de corte clásico. Fue en 2011, con el EP Nomadic cuando Fallujah mostró un salto creativo importante que marcó diferencia con sus pares, la brutalidad seguía presente en el sonido pero esta se conjugaba con importantes elementos atmosféricos y progresivos, estructuras que pasaban con fluidez de la visceralidad a la calma, del peso de las guitarras al uso de teclados. Y bueno, si con Nomadic tantearon terreno y obtuvieron un buen resultado, era de esperar que su continuación fuese un álbum que profundizase aquellos conceptos, y de eso se trata The fresh prevails, el segundo larga duración de Fallujah.

El álbum abre con todo, dos piezas monstruosas irrumpen durante sus primeros diez minutos. "Starlith path" y "Carved from stone" muestran las cartas de inmediato, son brutales, técnicas pero también dan espacio a la sensibilidad. El resultado es de notable hacia arriba. Posteriormente el combo "The night reveals/The fresh prevails" aporta el toque progresivo al disco, estructuras cambiantes y un exquisito trabajo de guitarras que generan atmósferas impecables. La brutalidad la retomará "Levitation" mientras que la dupla instrumental "Alone with you / Allure"  encuentra el momento más espectacular del álbum. Tras treinta minutos de disco la verdad es que ya está todo dicho, sin embargo, aún queda espacio para algo más con "Sapphire", donde Fallujah retoma sus raíces y nos entrega un tema de death directo/brutal y el cierre con "Chemical cave", otra que retoma los ambientes progresivos.

Un punto aparte. Es imposible no hablar de The fresh prevails sin entregar un par de lineas a la polémica mezcla que el álbum posee. En la llamada "guerra del ruido" me parece que el disco sale bastante mal parado y la compresión que acá han realizado le resta muchísimo. A momentos el trabajo se hace difícil de disfrutar. Suena mal, ruidoso y estridente, agota. No la música, la producción. Es claramente el punto bajo del álbum.

Pero volviendo a la música propiamente tal. La curva ascendente que ha vivido la banda me parece que encuentra en estos 40 minutos su punto más alto hasta el momento. Estamos frente a un álbum técnicamente exquisito, melódicamente inquieto, bien logrado como conjunto y que profundiza las exploraciones que Nomadic ya insinuaba. No descubren la pólvora, digámoslo, no son los primeros ni serán los últimos que conjuguen metal extremo con el progresivo/atmosférico, pero si encuentran un equilibrio suficientemente interesante como para considerarlos desde ya como una de las buenas apuestas que existen por estos tiempos dentro del mundo del metal.

4.0 // Excelente !

martes, 4 de noviembre de 2014

Ryan Adams // Ryan Adams // 2014

Cancioncitas.

A partir de 2000, ya sea junto a Whiskeytown, Cardinals o en solitario, Ryan Adams se las arregló para entregar al menos un disco por año, metiéndose así en aquel selecto grupo de prolíficos de la música , esos cuyo principal principio parece ser eso de que cantidad es calidad. El quiebre con los Cardinals, sumado a serios problemas de salud (fue diagnosticado con la enfermedad de Meniere) lo llevaron a tomarse las cosas con un poco más de calma, editando así en 2011 un reflexivo Ashes & fire y tomándose tres años (pausa inédita) para su siguiente movida. El resultado de esta nueva búsqueda de identidad lleva su nombre a secas y musicalmente pareciese hablar de sus influencias y raíces más que de su presente o futuro.

Nos encontramos así con un álbum rock muy sencillo, compuesto por medios tiempos de tono en general inofensivo y que apuntan hacia los años 80's como principal influencia (el nombre de Bruce Springsteen suena fuerte acá). Las estructuras que el disco en general maneja son simples, estrofas/puentes/coros bastante predecibles por lo que el asunto toma fuerza cuando el cantautor acierta con algún gancho melódico interesante, eso ocurre en varios momentos, concentrados básicamente en la primera mitad del disco, ahí canciones como "Gimme something good", "Trouble", "Am I safe" , "Stay with me",  "Feels like fire" o "I just might" encuentran guitarrazos atractivos, sin embargo, existe otro puñado importante de canciones, que sin ser malas de plano, se quedan en el intento. 

El disco entonces cumple, es en general agradable de escuchar pero pide a gritos mayor explosión. Adams jamás suelta el freno de mano y ahí el trabajo pierde mucho, se le percibe demasiado controlado, nace y muere en el medio tiempo, en las guitarras que solamente acompañan pero jamás se imponen. Es de esperar que en sus siguientes trabajos se despeine un poco más, ya que talento a la hora de encontrar melodías es obvio que le sobra.


3.0 // Bueno, cumple.

sábado, 1 de noviembre de 2014

Slipknot: .5: The Gray Chapter (2014)

Regreso a la altura de las exigencias.

Ocho años de silencio no es poca cosa, sobretodo para una banda de tan poco tiraje como fue Slipknot. Digámoslo: el "concepto" se agotó demasiado pronto. A diferencia de bandas como Deftones o Korn, a Slipknot no se le dio con facilidad el paso desde el numetal a lo que fuese (algo similar ocurrió con System of a down), de hecho, cuando tuvieron que demostrar que podían evolucionar e ir más allá de las buenas sensaciones dejadas por sus dos primeros álbumes, apareció el estancamiento, materializado en el discreto All hope is gone (2008). Tan así fue el asunto que Corey Taylor (voz y cerebro de la banda) decidió cambiar de rumbo y durante estos años lo hemos visto abocado a sus labores dentro de Stone sour (tres buenos discos han nacido desde entonces). A la crisis creativa se sumó en 2010 el lamentable fallecimiento de Paul Gray, lo cual llevó a muchos a dar por desintegrada a la agrupación, sin embargo, luego de un buen tiempo, aquel doloroso suceso acabó entregando a Taylor y compañía fuerzas suficientes como para retornar al estudio y grabar su quinto álbum, .5: The Gray chapter.

Era de esperar por tanto el que nos encontraríamos con un trabajo muy emocional y así ha sido, los tres minutos iniciales a cargo del monólogo "XIX" hablan inmediato de aquello. Posteriormente vemos por donde van los tiros en lo que a música respecta, un sonido muy directo, agresivo y que trae de regreso al Slipknot de álbumes como IOWA (2002) o Vol 3: The subliminal verses (2004). No hay sorpresas en ese sentido aunque todo fluye sin problemas. En ese sentido el álbum se hace fácil de disfrutar gracias a su versatilidad, pasa de la violencia de "Sarcastrophe" a los cambios de velocidad en "AOV", suena con mucho peso en "The devil in I", encuentra agradables fluctuaciones melódicas en "Killpop" para volver a recuperar dinámica en "Skeptic". Posteriormente, en el nudo del álbum se vive el mejor momento de este, el golpeteo incesante de "Lech" seguido por la oscuridad de "Goodbye" (para mi, el mejor tema del disco) acaban por convencer de que .5: The Gray chapter, sin ser un álbum deslumbrante cumple de sobra frente a las expectativas. 

Con el objetivo cumplido la recta final del álbum solamente redunda dentro de un sonido que a estas alturas posee sello propio, pero aún así nos encontramos con momentazos de primer nivel, es el caso de la golpeada "Custer" o la agresiva "Negative one". Entre estas sonarán "The one that kill the least" y el cierre del álbum a cargo de "If rain is what you want", dos que tienden a recordar un tanto el sonido melódico y oscuro del proyecto paralelo de Corey Taylor,  Stone Sour. Por cierto, es imposible comentar este álbum sin realizar mención a la destacada labor del vocalista, quien pasa de gritos guturales a interpretaciones más limpias sin problema alguno, entregando con esto un notable resultado. 

El quinto álbum de Slipknot no sorprende pero si cumple de sobra. No hay sorpresa ya que todo lo que acá se trabaja ya lo habíamos oído en el pasado de la banda, sin embargo me atrevería a afirmar que nunca lo habíamos recibido de manera tan compacta. El disco funciona de comienzo a fin, jamás agota y encuentra varios momentos de excelencia. ¿Tendremos más Slipknot en un futuro cercano? ¿Tendremos que esperar otros seis años o esto definitivamente llega hasta acá? La incógnita queda en el aire, ahora, .5:The Gray chapter, como álbum de despedida reconozcamos que funcionaría bastante bien...

7 / 10
Muy bueno.