viernes, 28 de octubre de 2016

20 Años De... Metallica: Load (1996)

"Hambre y talento..."

En 1993 terminaba la extenuante gira del álbum comercialmente más exitoso en la carrera de Metallica: el disco negro. Tan agotador resulta el proceso, que la banda se regala un par de años de respiro, cada integrante a su vida familiar y vuelven recién en 1995 al estudio. Han pasado cuatro años desde la edición de su antecesor, el sello apura, sin embargo, Hetfield + Ulrich (amos y señores en Metallica, se sabe) tienen material de sobra para trabajar. Surge la idea incluso de editar un álbum doble aunque finalmente decantan por la edición de dos álbumes hermanados que serían lanzados con un año de diferencia: los polémicos Load / Reload

Frente al primero, editado en Junio de 1996, el choque con la fanaticada sería inmediato, recordemos que estos eran tiempos en que el poder del single + video clip era enorme, no existía internet ni filtraciones por lo que todos estábamos un mes completo (o más) escuchando la canción que el sello discográfico decidía que promocionaría el álbum, en este caso: 'Until it sleeps', un tema lento, una evidente declaración de intenciones particularmente oscura (con líneas que realizan referencia a la depresión) aunque trabajada al detalle, con un sonido muy cuidado (el trabajo de Bob Rock en producción es extraordinario, hay que decirlo) pero que solamente en los coros + recta final (3:30) mete guitarras, aunque nunca de manera realmente agresiva, confirmando la tendencia que el álbum negro había iniciado y que los desmarcaba (ya por completo esta vez) del metal. Visualmente se aprecian también diferencias importantes, los cuatro integrantes adoptan una imagen de rockstar, con pelo corto e incluso maquillados, Load de hecho vendrá cargado en su arte interior con sesiones que intensifican esta vuelta de tuerca estética. 

Una vez publicado el álbum se pudo comprobar que efectivamente 'Until it sleeps' era únicamente la punta del iceberg para un álbum definitivamente más complejo, diverso, alternativo e incluso experimental. Una experiencia que mirada a 20 años de distancia resulta fascinante. Y es que si en el álbum negro oímos a una banda coqueteando con sonidos acústicos y más lentos a lo habitual, acá el asunto pasará a una dimensión realmente densa, con una banda desatada en términos creativos y con dos protagonistas evidentes: James Hetfield que encuentra interpretaciones vocales extraordinarias (nunca cantó y nunca volvió a cantar mejor que en Load), además de un conjunto de letras profundas e impecables, y un Kirk Hammett que realiza un tratamiento muy especial en el trabajo de las guitarras a lo largo de todo el álbum. En general, sin embargo, la banda se muestra sin miedo y dispuesta a ir por todo, al punto de explotar la capacidad del álbum (este dura 78 minutos, el máximo que el formato del CD permitía en ese entonces). 

Como mencionaba líneas atrás, frente a la idea de un disco doble, finalmente la dupla Metallica + Bob Rock decanta por catorce canciones, en su mayoría cargada al hard rock. De metal nada, salvo el nombre. Entre las canciones de corte más clásico y directo destaca la partida con 'Ain’t my bitch' (que perfectamente pudo ser el sencillo promocional pero no quisieron seguramente por que habría entregado señales equivocadas respecto al disco), la excelente '2 x 4' , 'King Nothing' (hermanada musicalmente con la clásica 'Enter sandman', con referencias a esta en su cierre incluso, pero con ese comienzo magistral e inolvidable en donde Kirk Hammett logró darle vida propia al tema), 'Cure' y 'Wasting my hate' (dos que beben de lo que la banda venía haciendo en el álbum negro). En una sección más comercial/amigable aparecerían canciones como 'Hero of the day' o la completamente acústica 'Mama said' (donde Hetfield expone su veta más personal, tanto en lo lírico como en lo musical) y la parte más experimental del álbum toma vida en cortes como 'The house of Jack built' (vaya huevos que tuvieron como para instalar de tercera en el disco una aventura musical de casi ocho minutos), 'Bleeding me' (donde James literalmente se desangra ante nosotros, quedando nuevamente expuesto en uno de los momentos más emocionales en la carrera de Metallica), la extrañísima y blusera 'Poor twisted me' o el fascinante cierre con la trilogía 'Thorn within', 'Ronnie' y 'The outlaw torn', esta última una pieza maestra de casi 10 minutos que por si sola hace que todo el experimento valga la pena. 

En definitiva, Load fue una jugada osadísima por parte de Metallica, una que de paso acabó por colmar la paciencia de sus fans más puristas, quienes despreciaron el trabajo y desde acá marcaron distancia con la banda. Sin embargo, dejando de lado todo lo externo, a dos décadas y media de su creación, el tiempo ha hecho lo suyo con el álbum situándolo en el lugar que merece, como una experiencia extraordinaria en el amplio sentido de la palabra. No es el mejor álbum de la banda, claro que no, pero lo que en 1996 hicieron fue tremendo, un disco evidentemente incomprendido en su momento pero que sigue sonando con una identidad exquisita, un equilibrio entre hambre y talento. ¿Qué se les fue la mano con la duración y le sobran un par de temas? Seguro, pero ojo a algo: nunca, en los veinte años que vinieron, Metallica volvió a sonar así de contundente, y eso dice bastante...

¿Canciones? '2x4', 'King nothing', 'Bleeding me' y 'The outlaw torn'.

8,5 / 10
¡Excelente!

miércoles, 26 de octubre de 2016

Meshuggah: The Violent Sleep Of Reason (2016)

Ambiciosa y brutal experiencia.

Dentro del mundo que no escucha metal resulta común el encontrarse con comentarios del tipo "todas las canciones suenan iguales", frente a lo cual uno debe diferir y explicar que no es tan así. Ahora, en el caso de Meshuggah esta idea circula con más fuerza que en otros casos, respecto a estos suecos he tenido que oír incluso lineas del estilo: "Que aburrido, es cómo escuchar un disco al revés todo el rato...".  Así de complejo resulta el oír a una banda que definitivamente coloca más barreras que facilitadores en su golpeado y agresivo sonido, marcado por afiladas guitarras y vocalizaciones guturales potentes pero que pareciesen realmente estar siempre entregando la misma nota. Con Meshuggah ocurre aquello de que, sobretodo cuando no se está familiarizado con el sonido de la banda, dos canciones parecen ser diez, y con esto no estoy diciendo que su música no me agrade... pero las cosas por su nombre, independiente de la importancia que puedan haber tenido dentro del mundo del metal álbumes como Chaosphere (1998), estos suecos tienden a pecar de monótonos. 

En ese sentido, The violent sleep of reason, pese a golpear en lo musical en donde mismo han golpeado los anteriores álbumes de la banda (poca evolución de aprecia en Meshuggah a estas alturas) pretende convencer en base a la solidez interpretativa, que esta vez se muestra sin fisuras, fuera de sonar condenadamente brutal. De hecho, cuando la banda aprieta el acelerador convence absolutamente. 'Clockworks', por ejemplo, es una partida llena de cambios que muestra una soltura impresionante, lo mismo con 'Monstrocity' o 'Nostrum', una que hacia el final es capaz de entregar matices notables en las idas y vueltas que presenta, incluido un exquisito solo de guitarra que resulta refrescante. 

El problema es el de siempre, y es que en el resto de los temas, sobra peso, técnica y violencia, pero todo esto contrasta con cierta falta de sorpresa. Reconocer un tema acá es tarea ardua, recordarlo más aún. De ahí que la experiencia se reduzca (?) a disfrutar de la brutalidad de un sonido que impresiona por su exquisita técnica pero no presenta diferencias sustanciales con lo presentado en Koloss (2012), más allá de que esta vez el disco se ha grabado completamente "en vivo", lo cual aporta un elemento de naturalidad que es cierto que se percibe y disfruta al oír el álbum.

Cuesta entonces calificar un álbum como The violent sleep of reason, ya que este expone parte importante de lo mejor y peor que podemos encontrar en la actualidad de Meshuggah. ¿Alguien podría osar afirmar que canciones como 'Born in dissonance' , 'By the tone' o 'Ivory tower' son remotamente malas? Sin embargo, una vez escuchado el disco (muchas muchas muchas veces incluso) resulta difícil recordar algún riff en particular. 

El álbum cumple entonces con su misión de hacer rodar cabezas mediante un sonido afilado e incontestable en lo individual pero, pese a su solidez técnica, no logra llegar más allá de lo que sus fans esperan oír y menos romper el mito en torno a la monotonía de la banda. 

3.5 // Muy bueno!

sábado, 22 de octubre de 2016

Alcest : Kodama (2016)

Reculan y cumplen. 

Luego de tres buenos álbumes editados entre 2007 y 2012, dio la sensación de que la ascendente carrera del francés Neige (el hombre a cargo de Alcest) había tocado techo creativamente. De ahí que en 2014 lo viésemos marcando distancia del llamado blackgaze con Shelter, un álbum tan sensible como sus antecesores pero más limpio en su sonido. Los resultados a nivel de recepción no fueron buenos (el disco pese a regalar uno que otro momentazo no fue tan logrado como hubiésemos querido) por lo que frente a la disyuntiva de insistir sobre aquel camino o recular "hacia las raíces" Neige ha optado por esto último, regalándonos un álbum que retoma los ambientes sombríos, las capas de guitarras y vocalizaciones que juegan con el contraste limpio/gutural constantemente. En este sentido, Kodama seguramente re encantará a quienes esperaban que la banda retomase el sonido de discos como Ecailles de luna (2010) o Les voyages de l'ame (2012) pero no sorprenderá en absoluto al resto. 

Ahora, cabe destacar de que, independiente de la vereda donde cada uno quiera situarse, en materia de canciones Kodama no se queda y en lo suyo cumple de sobra, entendiendo por supuesto que lo de Alcest tiene que ver con la creación de ambientes que van explotando y generando intensidad sobre intensidad, lo cual tiende a volver el sonido de la banda algo espeso por momentos, aunque completamente disfrutable una vez que has logrado sumergirte en el pantano. 

Destaca notablemente la notable ejecución de 'Oiseaux de proie', una que se pasea durante casi ocho minutos por diferentes estaciones emocionales y que me parece resume muy bien lo que Alcest ha buscado entregar en esta ocasión, además de la partida a cargo de 'Kodama' (la canción), la cual se entrelaza de manera perfecta con una pieza un tanto más agresiva como es 'Eclosion' (entre estas dos hay casi veinte minutos realmente hermosos). También en una linea muy completa, que va y viene, se encuentran 'Je suis d'ailleurs' o 'Untouched', aunque claro, a estas alturas la jugada resulta algo esperable y esa falta de sorpresa agota a ratos. 

Kodama, como cualquier otro álbum de Alcest (a excepción de Shelter), es un disco complejo de oír, uno de esos que (por más pedante que suene) no funcionaría con cualquiera dado el estilo que maneja, marcado por murallones de guitarras y la carencia de estructuras melódicas que busquen quedarse en nuestro cerebro de manera inmediata. Lo de Alcest es el trabajo de ambientes explosivos que generen intensas sensaciones en quien escucha y en ese contexto, Kodama funciona e incluso nos regala medio disco realmente maravilloso.


7/10
¡Muy bueno!


Otras reseñas de Alcest:

martes, 18 de octubre de 2016

White Lies : Friends (2016)

Menos explosivos, más luminosos.


Dentro de toda esta corriente nostálgica años ochenta, que tan de moda se puso con la llegada del nuevo siglo, White lies fue una banda que acabó quedándose bajo el bus. Dicho en simple: los ingleses llegaron a la fiesta cuando entre Interpol, Editors, White stripes, Arctic Monkeys, Killers y los Strokes se habían bebido todo lo que había en el lugar. 

Cargó entonces la banda, desde su debut en 2009, con el estigma de ser "copias de la copia", cartel que no lograron sacarse de encima con ninguno de sus trabajos posteriores (el excelente Ritual y un sólido Big TV), pese a en ambas ocasiones regalar puñados de grandes canciones y haber realizado méritos para ser tomados en cuenta. El caso es que entendiendo la necesidad de crecimiento es que aquella linea insinuada en 2013 se acentúa en este cuarto álbum de White lies, privilegiando cada vez más melodías y sutiles ambientes por sobre las efectivas explosiones de sus inicios, alejándose también de la oscuridad y abrazando un sonido mucho más luminoso. 

Intentan de esta forma los White lies entregarnos un álbum aparentemente más sencillo, plagado de temas dinámicos en términos de estructuras aunque delicados y cuidados en cuanto a arreglos. Esto se expresa rápidamente en la partida a cargo de 'Take it out in me' o 'Morning in L.A', las cuales se encuentran cercanas al enganche inmediato que desprendían temas como 'Death''Strangers''Bigger than us' o 'There goes our love again', aunque ninguna cuente con la fuerza que estas desprendían (tampoco pareciese que la han buscado). ¿Significa esto un retroceso para la banda? No necesariamente, aquello el tiempo lo dirá, pero si se aprecia en esta versión 2016 de White lies la intención de no repetir el plato, lo cual se agradece.

Escapan por tanto esta vez de las guitarras y se centran en el trabajo de teclados, los cuales siempre han estado presentes en su sonido pero nunca fueron tan protagonistas como en esta ocasión. No abandonan por cierto la vocación melódica y vuelven a regalar exquisitos coros en 'Hold back your love' o la sólida 'Come on' o en las baladas 'Don't want to feel it all' + 'Is my love enough', pero esta vez suenan siempre limpias, con guitarras que solamente acompañan de manera sutil. 

Dentro del riesgo que la banda ha tomado me parece destacable el que, pese a la ausencia de temas particularmente memorables, Friends logre ser un álbum grato y por momentos muy interesante. No es su mejor disco y probablemente le pese su falta de fuerza pero mantiene a flote la propuesta de una banda que al día de hoy sigue sin tener un mal álbum. Ojo al dato.

¿Canciones? 'Morning in L.A', 'Hold back your love'.


6/10
Bueno, se deja oír...


Otras reseñas de White lies:
2013 // Big TV
2011 // Ritual

viernes, 14 de octubre de 2016

Pixies : Head Carrier // 2016

En tierra de nadie. 

Los de Black Francis corrieron un riesgo que para algunos ha resultado casi imperdonable: volver. Y es que en ocasiones romper el velo de la nostalgia suele pagarse caro, y ya lo saben Pixies, quienes en 2014 regresaron con un compilado de EPs titulados Indie Cindy, un conjunto de temas en general inofensivos pero que melódicamente mal no estaban, eso además de regalar tres o cuatro piezas cuya oscuridad resultaba bastante atractiva, aunque claro, se alejaban la mayoría de estas canciones del sonido desestructurado y salvaje que la banda trabajó dos décadas atrás por lo que acabaron golpeando duro con la indiferencia de críticos y fans. 

El caso es que en este 2016, Pixies (o lo que queda de ellos) regresa y, pese a las declaraciones de Francis en donde esgrimía cosas del tipo "Indie Cindy fue un álbum de transición, acá si podremos apreciar a la banda en pleno", el asunto funciona en una linea bastante similar a la de su antecesor, intercalando un rock de medio tiempo de corté melódico ('Head carrier', 'Classic marrier' o 'Might as well be done') con pasadas un poco más punkoides y afiladas ('Baal's back', 'Talent' o 'Um chagga lagga'), entre medio una joyita como 'Oona', un auto plagio descarado en 'All I think about now' (con partida calcada a la ya clásica 'Where is my mind?') más dos o tres canciones de relleno que poco y nada aportan al conjunto ('Tenement song' o 'Plaster of Paris'). 

En el global, Head carrier se balancea entre algunos momentos gratos (menos que los entregados en Indie Cindy según mi parecer) y otros bastante mediocres. La banda vuelve entonces a quedar en el limbo, es decir, no ganarán nuevos fans con su sexto álbum ni tampoco dejarán contentos a aquellos que alucinaron con su etapa noventera. 

2.5 // Nada especial.
 

Otras reseñas de Pixies:

lunes, 10 de octubre de 2016

Opeth : Sorceress // 2016

Acomodados, lejos del pasado.

Si en 2011 los suecos de Opeth apostaron por marcar distancia con lo realizado en el pasado por la banda, editando un Heritage que coqueteaba con el progresivo y se alejaba del metal más duro, en 2014 aquellos pasos se confirmaron con un sólido y hermoso Pale Communion, la confirmación de que Mikael Akerfeldt se tomó en serio el asunto. Sin embargo, a dos años de aquel trabajo la interrogante era válida: ¿Y ahora qué? Porque si una idea dejó sobre la mesa Pale Communion fue que en aquella dirección ya poco se podía avanzar...

Hasta cierto punto Akerfeldt comprendió esto último y decidió en Sorceress trabajar una serie de temas de corte más duro que le entregan al álbum un atractivo especial en una primera pasada, ahí temas como 'Sorceress' (la canción), 'Chrysalis' o 'Era' brillan con luces propias y adquieren cierta identidad gracias a su dinámica un poco más cruda que lo habitual. Pero uso la expresión "hasta cierto punto" debido a que esto no es mayoría dentro del álbum, este en gran parte insiste sobre extensos temas acústicos que cada cierto rato poseen un quiebre, aceleran un tanto para buscar la emoción, la cual aveces aparece (bello el solo de 'A fleeting glance') pero en otras derechamente cansa ('Sorceress 2' + 'The seventh sojourn'). También hay pasadas progresivas más clásicas pero estas también son irregulares, algunas aciertan ('A strange brew', de lo mejor del álbum) pero otras parecen ser sobras de cualquiera de los dos álbumes anteriores ('The wilde flowers'). 

No se puede pasar por alto el grado de delicadeza que Opeth vuelve a mostrar en Sorceress, un álbum cuidado al detalle y que, como ya es costumbre, se encuentra interpretado de manera impecable. Sin embargo, a este le juega en contra el llegar tras dos trabajos que desarrollaron el progresivo de buena forma (uno de manera experimental, el otro lanzándose de lleno al estilo) por lo que acaba durante largos pasajes apareciendo como un disco demasiado cómodo, en piloto automático. Sorceress no es un mal disco pero una vez desaparecido el factor sorpresa me parece que más allá de los lugares comunes el álbum no llega. 

6,5 / 10 
Cumple y algo más...


Otras reseñas de Opeth:

viernes, 7 de octubre de 2016

Lacuna Coil // Delirium // 2016

Mejoran dentro de la poca novedad.

Tras su participación en el Ozzfest de 2005, a los italianos de Lacuna coil alguien los convenció de que, para alcanzar la fama y el éxito, debían abrazar la "modernidad" y transformarse en una banda más de nu metal. Muy obedientes ellos, sacrificaron identidad por moda editando así una seguidilla de álbumes carentes de toda originalidad pero que en lo económico buenos dividendos dejaron. 

A una década del giro musical mencionado, y a tan solo dos años de su anterior trabajo, la banda insiste en la radio fórmula que viene caracterizándolos (de vuelta a los inicios no hablemos por favor) pero esta vez intentan añadir algunos elementos interesantes a su sonido, básicamente volviéndolo más pesado que lo habitual, con un Andrea Ferro que incluso incorpora guturales en las voces (acompañado como siempre de gran forma en los coros por la siempre notable Cristina Scabbia) sumado a algunas estructuras que esta vez no suenan tan descaradamente comerciales. El resultado es un álbum que se puede escuchar de corrido sin demasiados problemas encontrando uno que otro momento particularmente atractivo.

En el comienzo del disco se concentrarán, como era de esperar, los temas que pretenden enganchar al auditor, esos que emulan (una vez más) a Korn + varios. De esta forma tanto en 'The house of shame', 'Broken things' o 'Blood, tears, dust' encontraremos a un Ferro que sigue haciendo de Jonathan Davis en las secciones "agresivas" y a una Scabbia que aparece siempre para calmar las aguas, ahora, acompañados por una banda que cumple entregando secciones de peso y bueno, logrando el efecto de invitarte a seguir por más. Mucho más interesantes que las mencionadas me han parecido cosas como 'Delirium', que destaca por su fuerza vocal, 'Downfall', la primera del álbum que va un tanto más allá de la fórmula fácil y hasta un buen solo de guitarra incorpora. Algo parecido ocurrirá llegando al cierre con 'Claustrophobia', otra grata sorpresa en lo musical o la versión que han hecho de 'Live to tell' (que viene como extra en el disco eso si), la cual destaca por los notables arreglos que aportan en relación a la original de Madonna (insuperable por supuesto, pero esta versión tiene lo suyo).  

Durante la segunda mitad del álbum no se insiste demasiado en la fórmula nu metal aunque claro, tampoco es que canciones como 'Take me home' o 'You love 'cause I hate you' digan demasiado, de hecho gran parte de los temas que acá suenan no son más que un contagioso coro acompañado por relleno.

Si alguien aún sigue soñando con el regreso de Lacuna coil a los ambientes góticos claramente deberá seguir esperando (si es que no definitivamente resignarse a dar por muerta aquella etapa inicial de la banda) ya que Delirium, sin ser un mal disco, insiste sobre la linea que los italianos vienen marcando desde hace ya una década: un metal efectivo y directo, que entrelaza vocales agresivas con coros melódicos. En aquella linea la banda al menos mejora lo entregado en 2014 regalándonos tres o cuatro canciones frescas y un disco que se deja escuchar.

3.0 // Bueno, cumple.

lunes, 3 de octubre de 2016

Green Day : Revolution Radio (2016)

El "quiero pero no puedo" de la temporada.

Hay discos que cuesta reseñar. Te tomas un tiempo tras su salida (o filtración digámoslo), los escuchas bastante, vas por la discografía, cueces una serie de ideas a fuego lento, revisas el presente del artista, su contexto, le das vueltas y vueltas a la música antes de escribir de ellos para así lograr llegar a un juicio, aunque siempre subjetivo, relativamente informado. Pero hay otros que no y Green day es una banda que lleva un tiempo largo entregándonos álbumes de esta segunda especie, de esos que a la primera pasada mostraron todas sus cartas. 

A estas alturas del partido no queda más que concluir el que American idiot (2004), pese a haber sido uno de los discos más importantes de la pasada década, no fue más que un veranito de San Juan en la discografía de Green day, digamos, un álbum que nos ilusionó con una segunda década gloriosa para la banda pero que en realidad fue un espejismo que se llevó la última gota de creatividad que estos tipos podían tener. El caso es que cinco años más tarde (si, cinco años se tomaron) intentaron con 21st century breakdown (2009) repetir el chiste de manera forzada, luego en 2012 recuperar la chispa con el excesivo triplete conformado por ¡Uno! ¡Dos! ¡Tre! para cuatro años más tarde regresar con Revolution radio, el "más de lo mismo" de la temporada. 

Tan mal no comienza este álbum. 'Somewhere now' es un medio tiempo que en su labor introductoria funciona (aunque se hace algo larga), mientras que 'Bang bang' pese a ser auto plagio descarado de 'St. Jimmy' (del mencionado American idiot) resulta ser un tema contagioso, uno que al menos en vivo funcionará. Sin embargo, con 'Revolution radio' ya todo comenzará a aburrir, con un coro para el olvido y un riff que lo podemos encontrar en cualquier (remarco: cualquier) álbum anterior de la banda. Más adelante la batería de Tré Cool logra rescatar a 'Say goodbye' del tedio y nuevamente nos ilusiona con lo que podría venir pero en este ir y venir aparecerá 'Outlaws', una desabrida balada rock, y desde acá el asunto no volverá a repuntar. Tanto 'Bouncing off the wall' como 'Still breathing' huelen a relleno del peor, mientras que 'Youngblood' cae en gracia gracias a los aires a Warning (2000) que contiene, pero seamos honestos: más allá de la nostalgia el asunto no llega. 

Dentro de toda la recta final cuesta realmente encontrar algo destacado, pero ahí 'Forever now', con su estructura cambiante aporta algo de frescura siendo esto lo único que los últimos quince minutos de música aportan. 

No me parece que exista problema alguno en que una banda ande corta en creatividad y repita ideas hasta el cansancio, como ha hecho Green day durante los últimos diez a doce años, el problema se da cuando además de poco creativo un disco es aburrido, cuando solo dos o tres canciones algo te dicen mientras que el resto parece haber sido compuesto en un lamentable piloto automático, como ocurre en este caso. By the way... ¿Qué ha pasado con el bajo de Mike Dirnt? No lo oímos desde hace demasiado tiempo.

¿Canciones? 'Somewhere now' y 'Say goodbye'.

4 / 10
Malo. 


Otras reseñas de Green Day: